Carmen Díaz Margarit
Carmen Díaz
Margarit (París, 1961) es poeta, crítica y doctora en Filología Hispánica por
la UCM. Concibió su obra poética como un quadrivio de los elementos naturales:
a la tierra, la gacela; al mar, la sirena; al cielo, la alondra; y al fuego, la
salamandra: Gacelas de la selva alucinada,
finalista de Adonais en 1990, (1991); Perfil de sirenas, Premio
Internacional de Poesía Barcarola en 1993, (1994); y Orlando o el desconcierto de las alondras,
Ayuda a la Creación Literaria del Mº de Cultura en 1995 y finalista del Premio Gil de Biedma en 1998, (1999). El
sueño de la salamandra ha sido también finalista del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández en 2019. Se publicó
el Libro I en Ars Poetica en 2019, y el Libro II se ha publicado en 2020. En la
actualidad, prepara un libro inspirado en los dibujos de Goya. Por delicados
motivos, sostuvo casi dos décadas de silencio poético. El sigilo editorial salpicó
como el Guadiana con Donde el amor
inventa su infinito (2007). Es autora de una obra de teatro, El loco y
su pelícano (2019) y su poesía ha sido traducida al inglés y al alemán.
El sueño de la salamandra (Libro I) Carmen Díaz Margarit Editorial Ars Poetica Edición Oviedo 2019 |
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Del poemario El sueño de la salamandra (Libro I)
Bagdad, s. VII a. de X.
Los espíritus y las almas del amor son centenarios.
El
primer hospital del mundo se fundó en Bagdad,
en
la orilla del río Tigris de agua enamorada y joven
en
el año 671 antes de Cristo.
Médicos
y pacientes eran cristianos y judíos,
judíos
y musulmanes.
La
sanidad era universal y gratuita.
En
la mezquita Kadhimiya
los
niños se besaban con labios claros como nubes.
No
había dolor ni odio entre los pueblos,
solo
Marte brillaba con el color de la sangre.
El Cairo, s. III
En
1221,
Al-Kamel
prometió una tregua de paz,
mientras
el emperador de Roma partía hacia Egipto
con
cientos de navíos derribando las murallas de cobalto.
Los
egipcios se vieron en un mar de barro.
Se
incendiaron las niñas y los ángeles de niebla
que
ardían como espíritus sutiles o dulces membrillos.
El
océano gemía en sus cabellos de algas.
Copenhague, s. VII
El
trono del rey vikingo
se
rodea del séquito de infantes soldados,
en
el año 645 después de Cristo.
En
la triste morada de los cuervos
-donde
Walhalla tiene su paraíso-
los
pequeños sonríen en combas de alegría
porque
el rey eligió sus cabezas rizadas
para
morir en las batallas
y
convertirse en guerreros ilustres
antes
de los siete años.
Mar Egeo, s. XI
En
1011,
los
armenios del sur de Anatolia
se
armaron de elegantes túnicas bélicas
para
cazar esclavos cerca del mar Egeo.
En
sabanas de ciervos y flores salvajes
asediaron
mil niñas que ya no podrán florecer.
Los
chiitas de Arabia aguardan la batalla.
Hangzhou, s. XIV
Como
en 1.307,
quien
es bravo en su enojo mata.
Ching
Shou cuando empezó a matar bueyes
ignoraba
que el golpe de su mano
-el
diestro movimiento de sus ojos-
sería
cuchilla de ritmo perfecto
para
degollar niños que ignorasen a Tao,
cuyos
cuerpos sollozan y nadie los reclama.
Carmen Díaz Margarit
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