Carta a Valle Inclán
Quiero pedir disculpas por dejar de leerte
desde hace ya unos cuantos años, no por el distanciamiento hacia ti que jamás
lo hubo, sino por haberme centrado en lecturas de otros autores, unos más actuales,
otros menos y que, como en botica y hallando de todo, lógicamente las ha habido más placenteras
que otras.
¿Cómo voy a olvidarme, gallego ilustre, de tus
esperpénticas Luces de bohemia o de
las Comedias bárbaras que tanto han
marcado el transcurrir de mi vida? Han dividido tus obras en varios ciclos pero…
entre nosotros Ramón, y dímelo al oído si no quieres que nadie lo sepa: ¿realmente
el esperpento no ha sobrevolado obras desvinculadas de este ciclo como en Divinas palabras? ¿Ha de quedarse afuera
también Retablo de la avaricia, la
lujuria y la muerte? ¿O las Divinas
palabras que encuadran en el ciclo mítico? No entiendo de estos ciclos sino
de evolución. No se puede cortar toda una obra cual tarta, se evoluciona línea
a línea, letra a letra a lo deseado o indeseado que de esto carecemos de la
providencia por mucho que la busquemos.
Pero como te iba diciendo, amigo Valle,
espero que no me guardes rencor. Prometo seguir leyendo los libros que me
faltan (y aún son muchos) y releer aquéllos que me maravillaron tiempo atrás y
que seguramente tengan ya más de tres y cuatro lecturas. Hay escritores
invisibles que pasan de largo, otros de los que gozo y, los que como tú, se convierten
en una prolongación más de mí, hasta tal punto, que me llegan a doler tus
propias heridas (en ciertas ocasiones se me adormece o siento flojera en un
brazo comenzando a comprender el motivo). Yo, dispuesto a transformarme en el
pendenciero Max Estrella, en el escritor fracasado y ciego hundido en la
miseria, te seguiré hasta los más entreverados vericuetos de tus letras.
Sin más, se despide con su humilde
pluma:
David Darriba Pérez
Siempre Valle!
ResponderEliminarSiempre rompiendo formas!
EliminarCuántos escritores se merecen esa carta de disculpa, querido David; pero es inevitable ese olvido por la enorme cantidad de lecturas pendientes... La vida es limitada y los recorridos lectores son tan fértiles que es imposible caminar por todos. Si pensamos en Valle-Inclán, cómo obviar a D. Antonio Machado, qué decir del existencialismo torturado entre cielo y suelo de Miguel de Unamuno, cuánto valen las filigranas verbales de Azorín, quién puede obviar los aforismos de José Bergamín... estamos llenos de asignaturas pendientes, querido amigo, somos un montón de cartas por escribir. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEfectivamente, la inmensidad de lecturas geniales nos desbordan. Pero elegí a Valle porque tengo un aprecio especial a sus obras; es un afecto indescriptible. Un fuerte abrazo, José Luis.
EliminarQue gran entrada. Siempre me ha fascinado Valle. Es cierto, leemos con avidez ciertos autores y olvidamos cerrar la lectura de otros. Maravilla siempre leerte, amigo
ResponderEliminarGracias, Fran, amigo. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo inmenso mientras perseguimos nuestras mejores lecturas.
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