Reflexiones sobre "Ética para Amador" (Parte II)


        Con este ensayo dividido en varias entradas, no pretendo dar clases sobre ética ni moral (ni soy profesor de estas materias ni filósofo), sólo plasmar algunas sensaciones que infundió en mí la lectura de Ética para Amador de Fernando Savater, por lo que se puede estar de acuerdo o no. Sensaciones muy personales, únicamente eso…

David Darriba Pérez



Reflexiones sobre Ética para Amador (Parte II)



        El que obra bien, habitualmente, seguirá obrando bien. Y aquél que a la inversa obre mal, continuará haciéndolo mal. Esto es lo que viene a decir el autor de “Ética para Amador”. Pero ¿qué es obrar bien o mal? Si yo me voy a un país tercermundista y ayudo a un montón de gente que está pasando calamidades (aunque sólo sea a una persona, o al menos lo intente), qué duda cabe que estoy obrando bien. Si por el contrario salgo a la calle para tirar piedras a los escaparates, desde luego, estoy obrando mal. Pero en ciertas ocasiones se puede crear cierta confusión. Volvamos al primer ejemplo. ¿Estaría obrando bien si ayudase a esa gente pero haciéndolo con ánimo de lucro, enriqueciéndome o sacando algún provecho a su costa? En Efecto a ellos no les hago nada malo. Todo lo que sea aliviar las penurias de alguien es bueno y, esa persona, obviará por tanto el si me estoy forrando a su costa. Pero a vista de la sociedad y como es lógico, esto no es un eximente e incluso puede incurrir en un delito. En definitiva y dejando las polémicas a un lado, el que algo no sea bueno no tiene que ser malo necesariamente.
        Y a la inversa, puede haber casos en los que creamos estar haciendo algo bueno no siendo así. Y tal acto es posible que sea por mera confusión o falta de información. Claro que ahí nos podremos escudar perfectamente y sin que nadie nos recrimine, en nuestro desconocimiento. El efecto puede ser desastroso e incluso podremos tener remordimientos, pero no será más que una metedura de pata y podremos seguir considerándonos buenas personas (posiblemente en la siguiente ocasión vayamos con más cuidado). Dependiendo del momento y la circunstancia, unos opinarán que obramos bien y otros mal. ¿Quién tiene razón? Posiblemente los dos o nadie a la vez. Cada uno defiende sus intereses o ideas y no será posible satisfacer a las dos partes. ¡Qué complicado resulta ser bueno!
        ¿Qué debemos hacer entonces para obrar bien? Pues lo más sensato obedecer a nuestros instintos, creencias por raras que sean o parezcan y desde luego, sabiendo escuchar a los demás.
        Savater apunta que la gente es mala porque es desgraciada. Maticemos: Hay que pensar que en muchas ocasiones el desgraciado lo es por culpa suya exclusivamente. Pongamos de ejemplo una magistral película, “Ciudadano Kane”, en la que Kane es el acaparador, el que sacrifica el cariño de la gente a cambio de cada vez más riquezas. Trata mal a la gente luego es malo. Por ello se podría considerar desgraciado ya que no tiene nadie alrededor, y se crea un círculo vicioso pues al ser desgraciado por esta causa, seguirá tratando mal a sus semejantes (no cabe duda de que él se lo ha buscado). Como nos dice Fernando Savater, si fomentas la felicidad acabarás con la gente mala. Aunque en el caso de Kane esto no podría ser ya que vive en un mundo propio, hermético; es un misántropo que sólo se acerca a la gente para maltratarla. Él (como muchas otras personas reales) únicamente podrá salir de ese mundo si quiere. No le puedes introducir la felicidad; la desgracia es algo que cosecha y después recolectará; la felicidad es algo que podrá coger pero no lo hará, porque tiene una sustituta de ella: la riqueza, esa sustituta de la felicidad que rechaza, la verdadera, la que le pueden dar los seres humanos. Completamente respetable si con ello no maltratase a nadie…
        Aunque hay muchas personas que en efecto, realmente son malas por ser desgraciadas. Pero ¿cómo se podría dar felicidad a muchas de ellas cuando sales a la calle y te roban lo que llevas encima? Sería perfecto si consiguiésemos que fuesen bellas de alma gracias a nuestro acto caritativo de hacerlas felices. Aunque ¿quiénes roban habitualmente a los ciudadanos de a pie?, las personas marginadas. ¿Y de qué manera se podrán erradicar esos robos y esa violencia? Pues evitando tal marginación para que, siendo feliz, no delinca. Pero aquí ya entramos en harina de otro costal…
        El autor del ensayo dice que nos tenemos que poner en el lugar, de por ejemplo, esta gente que nos roba. ¿Cómo es posible que me pueda poner en el lugar de quien me atraca, pega o mata a mi familia? Y estoy a favor de ponerse en el lugar del otro en situaciones menos extremas e intentar ver su punto de vista. ¡Qué complicado es ser bueno!

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