Enrique Mercado
Enrique Mercado está dotado de un gran
sentido del humor, no sólo en la vida cotidiana sino también en su literatura.
Polifacético en su arte demuestra para tal un mimo exclusivo, sin tapujos,
diciendo en todo momento lo que quiere: sin desvelar en exceso, queda en el
aire una sinfonía por la cual los lectores podemos escalar en busca de los
misterios que abarcan sus letras. Su ambiente enrarecido, valleinclanesco (casi
diría kafkiano), hace sumergirnos de lleno en sus miedos y dudas para hacerlos
nuestros, aunque como refería anteriormente rodeado de un humor difícil de
encontrar en otros autores. Su obra es un escaparate por el que hace discurrir las miradas del día a día para acabar transformadas en el interior de ese espejo que lucía el callejón del gato. Un ejemplo de ello son los breves ensayos que vienen a
continuación.
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Enrique Mercado |
Enrique Mercado (Madrid, 1965) es escritor y
músico. Entre otras obras, ha publicado las novelas "De lo que aconteció a
una reina que se echó a la calle", "Memoria del tiempo breve",
"La Feria", "El Círculo Moldenhauer" y el libro de relatos
"20 estudios de la monotonía". Premio Nacional de Teatro Ciudad de
Alcorcón por "La alcantarilla", también es autor del libreto de la
ópera de cámara "El Greco". Dentro del apartado poético, ha publicado
las obras "Versos a la luz de una vela" (Premio Ciudad de Leganés) y
"La explanada". Sus últimos poemarios publicados son am/pm y
"Trenes que no pasan de Magritte". Es también autor del ensayo
"Cultos de mal asiento" y del libro de viajes "Los sultanes del
Yemen", que en estos momentos se está traduciendo al árabe para su
publicación en una editorial egipcia. Suyos son los cuentos, canciones e
ilustraciones del libro infantil "La ballena que iba llena", que
incluye un CD producido por el grupo Suburbano. Desde 2011 es director de la
editorial independiente Varasek ediciones.
Fragmentos de Dogmas y otras contradicciones (libro
inédito de Enrique Mercado)
1
El circo
En el circo, cuando asistimos a las vueltas de
condenado de los osos, a la agresividad contenida de los tigres, descubrimos
nuestro parentesco con los animales, y no precisamente en lo que podamos tener
nosotros de bestias, sino en lo que tienen ellos de humanos.
2
La tormenta
Me imagino la tormenta. Llega del otro lado de las
montañas, arrastrando polvo y ramas caídas por los descampados. Me imagino la
tormenta coronando de pronto la ciudad que duerme, o al menos lo intenta, como
es mi caso. Me imagino ese silencio abismal que precede unos segundos al
estallido de la tormenta, ese silencio donde quisiera estar instalado para
siempre y así no tener que dar cuentas al mundo con los relámpagos y truenos de
mi soledad.
3
El pedo
Después del fracaso del esperanto como idioma mundial,
y en vista del no asegurado triunfo del inglés en los últimos rincones de la
tierra, el único sonido universal que cualquier hombre del planeta entiende
-sin lugar a dudas- es el del pedo: ¿acaso la comunicación humana no ha estado
siempre corrompida?
4
La estatua de Colón
La estatua de Colón, anclada en el puerto de
Barcelona, debería girarse con objeto de señalar otros horizontes. Lejos de
indicar el camino que conduce a las Indias de juguete, el dedo del andrógino
almirante tendría que apuntar a las Ramblas con tino preciso: así descubriría
nuevos mundos, américas sorprendentes en el corazón de las prostitutas hacia la
madrugada.
5
La pena de muerte
Si no queda otro remedio más que admitir la pena de
muerte, al condenado se le permitirá antes no sólo fumar un cigarrillo, sino
cumplir también el más íntimo de sus deseos, al margen de que éste consista en
incurrir nuevamente en otro crimen.
6
El cielo
El cielo -aun en las tardes profundas de verano-
está muy lejos de ser un camino abierto al infinito. ¿No os habéis dado cuenta
de que es un elemento más del decorado engañoso de la realidad y el mundo? El
cielo es una bóveda transparente que cubre nuestro cadáver asado a fuego lento,
adornado con guarnición y preparado para servir en un banquete de dioses sin
rostro.
7
La realidad y/o el deseo
La realidad y/o el
deseo, cernudiana disyuntiva. El deseo de decir lo que piensas en cada instante
y la realidad del silencio, y en el silencio de la noche los pensamientos que
rebotan una y otra vez en el frontón de nuestra cobardía.
Uno de los autores actuales más sorprendentes. Desde aquí recomiendo dos novelas suyas recién publicadas: La feria y El Círculo Moldenhauer.
ResponderEliminarGracias por tus generosas palabras, tocayo.
ResponderEliminarLe conocí hace pocos años, y sus libros ahora viven en mi biblioteca a la izquierda (o a la derecha, según quién mire a quién) de Eduardo Mendoza. ¡Gran descubrimiento!
ResponderEliminarEs un honor, Eduardo. Lo celebraremos como se merece cuando nos desconfiten y desescalem. Un fuerte abrazo.
EliminarTe animo Enrique Mercado, a que pongas aquí los enlaces oportunos, o digas de qué forma pueden los lectores conseguir tus últimos libros.
ResponderEliminarMi última novela, el thriller fantástico El Círculo Moldenhauer se consigue a través de este enlace:
ResponderEliminarhttps://editorialamarante.es/libros/lc-ediciones/el-circulo-moldenhauer
Estaría bien un Colón veleta. Me ha gustado leer estos fragmentos de Enrique en otro registro en el que acostubro a verle. Creo que el humor es el grado máximo de inteligencia.
ResponderEliminarEfectivamente (tal como digo en la reseña), Enrique Mercado está dotado de un gran sentido del humor hasta el punto de no importarle reírse de sí mismo. Gran escritor con muchos registros. Un saludo, estimado amigo.
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