Reflexiones sobre "Ética para Amador" (Parte I)
Con
este ensayo dividido en varias entradas, no pretendo dar clases sobre ética ni moral (ni soy profesor de
estas materias ni filósofo), sólo plasmar algunas sensaciones que infundió en
mí la lectura de Ética para Amador de
Fernando Savater, por lo que se puede estar de acuerdo o no. Sensaciones muy
personales, únicamente eso…
David Darriba Pérez
Reflexiones sobre Ética para Amador (Parte I)
En
efecto tal como dice Fernando Savater, parece prudente fijarnos bien en lo que
hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. Es
evidente que es muchísimo mejor ser feliz y no infeliz. Para eso hay que
aprender a saber qué cosas son buenas y malas, con el fin de que en su conjunto, se
pueda conseguir dicha felicidad o al menos parte de ella. Claro está que como también cuenta Savater,
algunas cosas buenas parecen malas y a la inversa. Pero, ¿tendríamos en tal
caso que ser egoístas y acoger cosas malas por buenas y apartar las buenas que
parecen malas? Todo dependerá de si con esto hacemos mal a alguien o no. ¿Es
que hay en realidad algo malo que no haga mal a nadie? Pues sí, aunque entre
comillas, pues puede haber un perjudicado, tú mismo. Es el ejemplo de un
drogadicto que cuando se pega un chute, esnifa, etc., se siente bien. A la
larga acabará con él. En este caso se causa mal a sí mismo. Él (por mucho que
estemos en desacuerdo con su forma de vivir la vida) es libre de escoger. Pero
si retocásemos la historia añadiéndole una familia que sufra y unas pobres víctimas
a las que robe para poder costearse la droga, entonces, ya que hay más
perjudicados, sí se lo podríamos reprochar.
¿Qué
ocurre con el caso de que hay cosas buenas que parecen malas? ¿Habría que
aceptarlas? Igualmente dependerá de si causamos mal a otras personas.
Pongámonos en el supuesto de las obligaciones que las cumplimos por eso, porque
son obligaciones. Una persona a la que no le guste trabajar decidiendo romper
el contrato con su empresa, por ejemplo. De acuerdo, él sabrá lo que se hace.
En el banco apenas tiene dinero pero es libre de escoger. Pero si resulta que
este señor tiene mujer e hijos a los que mantener, ¿actúa bien al dejar sin sustento a estos?
En
definitiva, cada uno debe saber valorar sus circunstancias y obrar en
consecuencia.
Se
habla en el libro de una correspondencia de sentimientos afectivos entre seres
humanos, para poder darse así la buena vida. Es cierto que hay que escucharse
entre sí para tratarse como a personas. Pero aquí quisiera matizar con lo
siguiente: ¿Y si esa persona a la que tú tratas bien no te corresponde? Hay
personas a las que no les debes dar esa buena vida por el simple motivo de que
ellas tampoco te lo dan a ti. No hay que confundirlo con un acto egoísta. Es
tan sencillo como no poner la otra mejilla. Si te da un puntapié tras otro, ¿es un acto egoísta el no
querer recibirlo? Pero, ¿y si fuese un familiar en vez de un amigo o conocido?
En este triste extremo también habrá que decidir por uno mismo para ser libre.
Aunque afortunadamente tendemos a perdonar nuestros pecados. Por lo general un
familiar siempre es, por naturaleza, más condescendiente.
Demos
por lo tanto la buena vida el uno al otro y no exclusivamente uno, y que el
otro la disfrute a tu costa. Darse afecto mutuamente, ser feliz porque sabes
que el otro ser humano también lo es contigo y tú lo eres con él. Abrir los
brazos, el corazón y el alma, pero cerrarlos herméticamente si viene alguien a
parasitar en ti.
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